miércoles, 10 de septiembre de 2008

LA ECONOMÍA MUNDIAL AMENAZADA POR EL CAMBIO CLIMÁTICO

El cambio climático global ya tiene impacto sobre la economía, en el presente y lo tendrá aún más en el futuro. Esta alarmante información fue publicada por el FMI a finales del 2007 en un informe que estima que el calentamiento global puede llegar a comerse un 10% del PIB mundial a finales de este siglo.
En palabras de Takatoshi Kato (subdirector gerente del organismo) “El FMI trabaja en una evaluación del impacto del cambio climático. Este cambio tiene un impacto negativo directo que puede amenazar el equilibrio fiscal de las naciones”.
El FMI, que junto con el Banco Mundial llegó hace una década tarde al campo de la preocupación internacional por la defensa del ambiente, está dando sus primeras señales públicas de preocupación por lo que considera grave el impacto del cambio climático. (Quizás demasiado tarde)
Entre los factores que, según Kato, componen ese impacto se cuentan "los costos económicos privados de los esfuerzos para mitigar las emisiones de carbono", y "los riesgos sociales contingentes debidos, potencialmente, a los cambios climáticos de largo plazo".
Para el informe del FMI se han examinado una amplia gama de datos sobre las repercusiones del cambio climático y sobre sus costes económicos habiendo utilizado diversas técnicas para la evaluación de dichos costes i riesgos. Teniendo toso ello en cuenta la evidencia recogida por el informe nos lleva a una clara conclusión: los beneficios de la adopción de medidas prontas y firmes superará con creces los costes económicos de la pasividad.
Existe por norma general cierto escepticismo entre la población con respecto a las consecuencias del cambio climático, también cierta tendencia a quitarle hierro al asunto. Quizás alguien que lea este artículo y que no está muy informado en el tema se pregunte como podría ser que el calentamiento global pueda afectar al PIB. También habrá gente que piense que para finales de siglo ni ellos ni sus hijos estarán aquí, como muchos sus bisnietos; así que no le importan las consecuencias. Con respecto al primer grupo recalcar que los impactos macroeconómicos y fiscales del cambio climático son potencialmente sustanciales, y pueden incluir, entre otras cosas (como se afirma en el artículo) una disminución de la productividad, un riesgo mayor de migraciones y conflictos, costes derivados del aumento del nivel del mar y del incremento de las riadas y precios más elevados de la energía. Otros factores que componen el impacto del cambio climático serían los costos económicos privados de los esfuerzos para mitigar las emisiones de carbono y los riesgos sociales contingentes debidos potencialmente a los cambios climáticos de largo plazo.
Al segundo grupo de personas que piensan que los cambios no les van a afectar, decir que ya les han afectado; puesto que la temperatura global ha aumentado alrededor de 0,7 grados entre 1906 y 2005, y se espera que la emisión de gases invernadero (si continúa al ritmo actual) vaya a provocar nuevos aumentos en las próximas décadas. Las fechas de las que estamos hablando no son tan lejanas como para pensar que no nos va a afectar en primera persona. Para el 2100 los datos son más alarmantes, la subida de temperaturas aumentarán entre 1,1 y 6,4 grados. Según datos del Panel del Cambio Climático de la ONU si no hay ningún cambio en las políticas de control de emisiones de CO2 y de deforestación, los resultados se aproximarían a las cifras más pesimistas. Este aumento sería altamente peligroso, puesto que equivaldría al cambio ocurrido en la temperatura media desde la última glaciación hasta nuestros días. Esta radical transformación de la geografía física del mundo llevaría por necesidad a importantes cambios en la geografía humana: lugares de asentamiento de la población y manera en la que se desenvuelven sus vidas.
Si bien todos los países se verán afectados, aquellos que sufrirán antes y más intensamente serán los países y poblaciones más pobres, a pesar de que son los que menos han contribuido a las causas del cambio climático. El coste de las condiciones meteorológicas extremas, con inclusión de inundaciones, sequías y tormentas, está aumentando ya aún en los países ricos.
El subdirector gerente del FMI afirmó en una rueda de prensa que el cambio climático se está convirtiendo en un asunto de política y decisiones de política. Coincido al 100% con esta opinión, ya que son los gobiernos y los organismos internacionales los que tienen que legislar sobre el cumplimiento de las políticas para reducir emisiones, vertidos, deforestación, etc. El subdirector gerente añadió en otro comunicado que los retos macroeconómicos, fiscales y financieros potenciales derivados del cambio climático presentan asuntos que competen al mandato y la pericia del FMI.
Los datos que se pueden extraer de los informes realizados por el FMI y otras organizaciones no dejan lugar a duda, la degradación climática de largo plazo y los cambios en la gravedad y frecuencia de los eventos meteorológicos extremos, junto con cualquier política que se adopte, probablemente impondrá costos sobre las economías y los presupuestos de muchos países.
La adaptación al cambio climático, es decir, la adopción de medidas para incrementar la resistencia y reducir los costes a un mínimo, posee una importancia crucial. Aunque ya no será posible evitar el cambio climático que se va a producir en las próximas dos o tres décadas, sigue siendo posible proteger en cierto grado nuestras sociedades y nuestras economías contra sus consecuencias, proporcionando, por ejemplo, mejor información y planificación y creando una infraestructura y cultivos con mayor resistencia a las condiciones climáticas. Solamente en los países en desarrollo, esta adaptación tendrá un coste de miles de millones de dólares al año, incrementando así la presión sobre recursos ya escasos. Deberían acelerarse los esfuerzos de adaptación, particularmente en los países en desarrollo.
El coste de la estabilización del clima es significativo pero viable; todo retraso resultaría peligroso y mucho más costoso.
El riesgo de las peores consecuencias del cambio climático podrá reducirse sustancialmente si se consigue estabilizar el nivel de gases invernadero en la atmósfera. La estabilización en la gama indicada requeriría que, para el 2050, las emisiones fueran, como mínimo, un 25% inferiores a los niveles actuales y aun quizá mucho más.
En última instancia, la estabilización de la situación a cualquier nivel requerirá que las emisiones anuales se reduzcan en más del 80% de su nivel actual.
Si bien se trata, sin duda, de un serio reto, la aplicación de medidas sostenidas a largo plazo podrían lograrlo con un coste bajo, en comparación con los riesgos resultantes de la inacción. Según cálculos centrales, y de adoptarse firmes medidas inmediatas, el coste anual de la estabilización entre 500 y 550ppm de CO2e ascendería, aproximadamente, al 1% del PIB global.
La acción que se tome en relación con el cambio climático generará también grandes oportunidades comerciales, con la creación de tecnologías energéticas bajas en carbono y de mercancías y servicios igualmente bajos en carbono. Estos mercados podrían alcanzar un valor anual de miles y miles de millones de dólares y constituir una importante fuente de empleo.
El mundo no tiene que elegir entre evitar el cambio climático y promover el crecimiento y el desarrollo. Los cambios introducidos en las tecnologías energéticas y en la estructura de las economías han creado oportunidades para separar el desarrollo de las emisiones de gases de efecto invernadero, pudiendo afirmarse que el crecimiento económico se verá negativamente afectado si se ignora el cambio climático.
Otro factor esencial será una reducción en las emisiones no energéticas, tales como las resultantes de la despoblación forestal y de los procesos agrícolas e industriales.
Para concluir citar ciertas medidas para el futuro que se proponen en el “Informe Stern” sobre medioambiente:
• Canje de emisiones: La expansión e interconexión del creciente número de planes de canje de emisiones existentes en distintas partes del mundo constituye un potente medio de promoción de reducciones rentables de las emisiones y una forma de adelantar las medidas en los países en desarrollo: el establecimiento de potentes objetivos en los países ricos podría aportar cada año miles de millones de dólares en apoyo de la transición hacia un desarrollo bajo en carbono.
• Cooperación tecnológica: La efectividad de las inversiones en tecnología innovativa por todo el mundo podría verse incrementada mediante una mezcla de coordinación informal y de acuerdos formales. A escala mundial, el apoyo a la I&D en el sector energético debería duplicarse, como mínimo, mientras que el apoyo a la aplicación de nuevas tecnologías bajas en carbono debería quintuplicarse. La cooperación internacional en normas de productos constituye un potente medio para impulsar la eficiencia energética.
• Medidas para reducir la despoblación forestal: La pérdida de los bosques naturales del mundo contribuye más a las emisiones globales anuales que el sector del transporte. Toda reducción en la despoblación forestal es un método altamente rentable de reducir las emisiones, siendo posible que se pongan muy pronto en marcha vastos programas piloto internacionales para explorar la forma más adecuada de conseguirlo.
• Adaptación: Los países más pobres son los más vulnerables al cambio climático, razón por la que es esencial que el cambio climático quede plenamente integrado en la política de desarrollo y que los países ricos cumplan con sus compromisos de aumentar su apoyo, por intermedio de la asistencia al desarrollo ultramarino. Los fondos internacionales deberían prestar asimismo apoyo a una mejora de la información regional sobre las consecuencias del cambio climático y a la labor de investigación sobre nuevas variedades de cultivos, que muestren mayor resistencia a las sequías y a las inundaciones

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