miércoles, 10 de septiembre de 2008

EL BOOM QUE VIENE

La frase de la cabecera es impactante: “Para el 2030 la mitad de la población de todo el mundo pertenecerá a la clase media”.
Estamos acostumbrados a oír que una minoría vive bien (los países occidentales) mientras que el resto del mundo malvive o simplemente sobrevive. En la actualidad se está desarrollando un cambio sin precedentes en la distribución de los ingresos y del poder de compra tal y como lo hemos conocido hasta ahora. Este fenómeno económico desencadenará muchos cambios a nivel estructural de la sociedad, en todas las sociedades del mundo.
Los países más ricos a finales del siglo XX pertenecían casi en su totalidad a los denominados países occidentales, con algunas excepciones como por ejemplo Japón. En la actualidad China se ha “colado” en la cuarta posición de la lista de las economías mundiales; desbancando a países como Reino Unido y Francia. Para el año 2050 se prevé que China encabece la clasificación, India ocupará el tercer lugar, Brasil el cuarto y Rusia el quinto. Se avecina un orden mundial completamente nuevo.
Se está dando un fenómeno global en el que los países que hasta el día de hoy habían tenido economías florecientes están inmersos en su mayoría en una recesión o estancamiento económico. Mientras tanto los países hasta hace poco tiempo considerados pobres o en vías de desarrollo están viviendo en su mayoría un florecimiento económico. Este fenómeno destaca especialmente en Asia, donde China e India son las principales impulsoras de este proceso.
Los datos lo confirman en 1990 sólo el 1% de la población China podía considerarse de clase media. En la actualidad esta cifra ya supone el 35% de toda la población (1300 millones de habitantes), y dentro de un poco más de diez años en el 2020 esta cifra se duplicará. La economía de China está creciendo a una velocidad desmesurada, el gigante dormido ha despertado hace tiempo y está sorprendiendo al resto del mundo que observa pasmado su descomunal crecimiento a todos los niveles.



En España sin embargo la crisis económica se hace notar en todos los ámbitos: el número de parados aumenta, las continuas subidas de los precios, de las hipotecas y la plaga de los sueldos conocida popularmente como “mileurismo”, son factores que han contribuido a empobrecer a buena parte de la población. Esta claro que no es un empobrecimiento como el que estamos acostumbrados a ver en países de África, América del Sur etc., es un empobrecimiento en relación con la calidad de vida a la que habíamos conseguido llegar tras nuestro desarrollo económico.
Simultáneamente se está dando otro fenómeno paralelo a este, el número de ricos se ha multiplicado por tres en los últimos años. Esta tendencia es común tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo. Se está dando un concentración de inmensas cantidades de capital en pocas manos, de esta forma se dan fenómenos como por ejemplo los que tienen lugar en Estados Unidos, Los Emiratos Árabes etc., en los que muy pocas personas suman fortunas que son superiores al PIB de ciertos países del mundo. Mientras que aumenta la cantidad de personas que están endeudadas y tienen dificultades para llegar a fin de mes, adquirir una vivienda etc.
El artículo afirma que en occidente las diferencias económicas aumentan mientras que en el resto del mundo se reducen; aunque yo no creo que esto sea exactamente así. Puede que en el resto del mundo esté surgiendo una emergente clase media que haga que la media de los datos sobre pobreza se reduzca, pero las diferencias aumentan también, porque mientras que esta clase media se enriquece los pobres se hacen más pobres. Las diferencias se acrecientan.
Aún así está claro que la situación económica mundial está dando un giro de 180 grados. Ante este hecho pueden asaltarnos dudas que nos hagan preguntarnos cuáles son las causas de este fenómeno y cuáles serán sus consecuencias. Puede ser que como consecuencia de la globalización se estén repitiendo en los países en vías de desarrollo las mismas pautas que se dieron en los países ya desarrollados durante la Revolución Industrial del siglo XIX.


Las consecuencias se harán notar a nivel político, económico, social y medioambiental. Como consecuencia positiva destaca la reducción de la pobreza a grandes rasgos. El número de personas que viven con menos de tres dólares al día pasará de un 17% registrado en el 2000 a un 6% en el año 2015, según estimaciones de diversos organismos oficiales. Aunque habría que investigar el trasfondo de estos datos.
En el ámbito económico los cambios relacionados con los hábitos de consumo producirán un aumento de la demanda de productos más sofisticados (como la tecnología) y de mayor calidad (como la carne). Estos cambios afectan de forma negativa en el plano medioambiental ya que se producirá una presión creciente por los recursos (debida también al aumento de la población). Esta presión tendrá especial incidencia en los recursos relacionados con los combustibles, los alimentos y el agua.
Se producirá por lo tanto una competencia por obtener estos recursos que ejercerá fuertes presiones sobre el medioambiente hasta el punto de que quizá se llegue a un agotamiento o escasez de ciertos recursos. Aumentará el calentamiento global, las emisiones de gases contaminantes, la deforestación, la desertización, el agotamiento de especies marinas y un largo etc. si no se desarrolla una fuerte conciencia a nivel mundial.
Los cambios políticos se darán probablemente como respuesta a las presiones para lograr mejoras políticas y sociales en los sistemas políticos menos participativos.
Este cambio en los equilibrios económicos globales deja a países como España en muy mal lugar. Las consecuencias de los datos expuestos anteriormente no son nada esperanzadoras teniendo en cuenta que para el 2050 nuestro país no aparece ni siquiera entre las 25 mayores economías del mundo. Cuando no hace mucho la situación era mejor e incluso prometedora, ya que se barajaba la posibilidad de ingresar en el polémico club de los países ricos, el G8.
Retomando los datos de las 25 potencias económicas que se darán en el año 2050, no deja de sorprender el hecho de que países como Vietnam, Turquía o México, que ahora consideramos más o menos pobres aparezcan en esa lista.
El “coste” de la globalización hace tiempo que se ha comenzado a notar, el aumento de precios que se ha dado en los últimos dos años (tanto en los alimentos como en el petróleo) responde a un aumento de la demanda de países emergentes.
Estos cambios estructurales son nuevos pero tendremos que acostumbrarnos a ellos; ya que según los expertos, son cambios que han llegado para quedarse e impedirán que los precios vuelvan a bajar a niveles anteriores.
El propio capitalismo tan defendido por los países ricos y sus consecuencias (como el fenómeno de la clase media que se avecina), está haciendo que tiemblen los cómodos pilares sobre los que se asentaba el mundo occidental.

No hay comentarios: